¿Encontrar y decidir el sentido de la vida? Probablemente es una cuestión que en algún momento nos hemos puesto a pensar. Saber la razón de nuestra existencia o el qué queremos para nuestra vida no es una tarea fácil, no obstante, podemos recurrir al ego para saber y decidir cuál es el sentido de la vida que queremos.
De acuerdo con el artículo El ego, la conciencia y las emociones: un modelo interactivo del autor Simón, Vicente M., el ego es la imagen que se tiene de uno mismo. La raíz u origen del ego reside en que los seres humanos tienen la capacidad de imaginar “modelos” o proyectarse, por así decirlo, en las situaciones que nos presenta la vida.
Esta capacidad modeladora del cerebro nos permite ensayar formas de hacer frente a la realidad sin ser lastimados, imaginar la realidad que queremos o simplemente prever la realidad. Y todos estos modelos posibles están basados en nuestras experiencias pasadas.
De entre todos esos modelos el protagonista siempre va a ser uno mismo, por lo que el modelo principal seremos nosotros colocados en las diferentes situaciones de la vida que imaginemos o que de verdad nos estén pasando, es por eso que se dice que el ego es la imagen que se tiene de uno mismo.
Entonces, el ego se podría decir que es una base de datos porque está formado por toda la acumulación de información y experiencias adquiridas a lo largo del tiempo y estas se guardan en nuestra memoria. No obstante, por ser una base de datos nuestro ego no tiene la capacidad de tomar decisiones, así que aquí intervienen nuestras emociones y nuestra consciencia.
¿Qué tiene que ver nuestro ego con las emociones y la consciencia? La relación que hay entre toda esa base de datos que es nuestro ego y las emociones es que todos esos recuerdos están llenos de huellas emocionales (por ejemplo, podemos recordar un lapso de nuestra vida por un aroma). Y la relación entre consciencia y ego es que al ser conscientes decidimos con base al ego (que es nuestra base de recuerdos llenos de emociones) y esto nos puede generar prejuicios ante cualquier persona o situación.
Por ejemplo, tuvimos una relación de pareja fallida en donde nos fueron infieles y eso nos hace pensar que el amor es así, pensaremos que nuestras parejas futuras, en algún momento, nos serán infieles. Cuando en nuestro presente se nos aparezca una nueva relación saltará este pensamiento de la infidelidad en nuestra mente y en lugar de disfrutar la relación estaremos pensando en que nos será infiel y, probablemente, decidiremos terminar dicha relación.
Entonces, lo que debemos hacer es separar lo emocional de nuestras decisiones ¿y cómo se hace eso? Básicamente, es mirar con otros ojos las situaciones que nos acontecen, es mirar desde otra perspectiva y quitarle lo emocional al momento de decidir. Nos será de mucha ayuda crearnos nuestro ego (alter ego), un modelo basado en nuestras experiencias y lo que queremos llegar a ser dotado de las mejores cualidades para convertirnos en él o en ella y solventar todas las situaciones que nos presenta la vida.